domingo, 13 de febrero de 2022

LAGO MORENO - ESPACIO ARRAYÁN

 El 2 de febrero de 2022 se efectuó un encuentro de escritores, lectores e interesados en la literatura. Fue una tertulia con lecturas, exposición y venta de libros, con la participación del grupo LETRAS BARILOCHENSES.

Este encuentro tuvo lugar a la orilla del lago Moreno, en el Espacio Arrayán. Y se contó con la participación de Virginia Schuvab, Lilián Costamagna, Gladys Peña y Norma Dus, entre otras escritoras de San Carlos de Bariloche.


También se integraron al encuentro turistas que se encontraban disfrutando de la playa del lago.










martes, 7 de diciembre de 2021

LOS ESCRITORES TAMBIEN HACEMOS OTRAS COSAS...

    El barbijo será parte

 de nuestra historia... 
                                

                                   Como lo son ellos...



Otro amigo, Dudy Guasco y señora,

de El Bolsón, disfrutando de un sorteo.








Y también tuvimos paciencia por las esperas de riquísimos desayunos, almuerzos y cenas ofrecidos por los organizadores, que en nombre de Claudio Amaya agradecemos profundamente. 
     
 Como l
o Y son ellos...

VARIACIONES DE INGENIERO JACOBACCI - 26 - 27 DE NOVIEMBRE 2021


En la foto vemos de derecha a izquierda a Lilián Costamagna, escritora de Bariloche, a la artística plástica Sabina Sosa, de Bariloche, a Etherline Mikëska de Vista Alegre, Neuquén, artista plástica, escritora  y Norma Dus, que también presentó libros y acuarelas.



REFLEJOS

 

Los habitantes de Greytown eran severos, victorianos. Cerrados a los preceptos liberales.

El cura, un hombre esquivo, hablaba poco y castigaba mucho con sus sermones. El policía tenía poco trabajo y era muy amigo del alcohol y del Backgammon. Junto al Comisionado, mantenían un tranquilo pasar, conocían a todos y de todos sabían vida y obra.

 

Daphne era una muchacha devota, servicial, que trabajaba como portera de la escuela. Había tenido un hijo, del cual no se conocía al padre. En su casa, donde alquilaba pequeñas habitaciones a los infrecuentes viajeros, se hospedaban algunos hombres que de vez en cuando visitaban los pocos negocios que había en el poblado, trayéndoles diversas mercaderías.  Ella siempre se preocupaba en hacer saber que “su honor nunca sería mancillado por un esporádico forastero, jamás”.

El niño de Daphne había nacido con cabellos rojizos y ojos clarísimos. Todos supusieron un desliz de la desdichada mujer.

 

Y Daphne volvió a estar embarazada. Corrieron los meses y los corrillos vecinales ya no fueron disimulados. Las miradas de rabillo la incomodaban. Estaba asustada, temía por la reprimenda popular. Otra vez el recién nacido era pelirrojo. Su piel, tan blanca que parecía  de marfil.

Fue para todos una sorpresa. En el pueblo no había pelirrojos.

 

En esos días, una bacteria había llevado a varias personas a estar internadas en el hospital. Entre ellas y por contagio producido en la celebración dominical religiosa, fueron internados el comisario, el cura y el Comisionado.

El tiempo pasaba y las complicaciones pulmonares hacían que los tres hombres permanecieran en cuarentena. Cada uno iba sobrellevando el deterioro físico, como podía, soportando calladamente el estado febril. Pero a uno de ellos la angustia le carcomía las horas. En medio de balbuceos y quejidos, pidió un espejo.

La enfermera de turno no comprendió. Le hizo repetir la frase, pensando que deliraba. Volvió a escuchar y a entender lo mismo: “Quiero un espejo”.

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La mujer, con asombro y determinación, primero midió la fiebre al paciente, y viendo que la misma era mínima, que no había delirio, procedió a traer el espejo.

El hombre lo tomó rápidamente y miró su cabeza. Se sentía desesperado porque el paso de los días había hecho crecer su pelo renegrido y comenzaban a verse los reflejos de pelirrojo en sus raíces.

 

Al poco tiempo, la incorruptible iglesia se quedaría sin cura. El mismo había sido expulsado con violencia por los feligreses, salvándose de un linchamiento gracias a su amigo funebrero, que lo sacó escondido en el furgón de entierros. 

 

Daphne y los dos niños, esperaban ocultos en la cabina del conductor.

                                                Del libro inédito EL CAMINO DE LIBRA, de mi autoría.


AMAPOLAS VIII  - Técnica: acuarela en aguada

    


Autora: Norma Dus - Bariloche





TUPILANES - Técnica: acuarela en aguada


Autora: Norma Dus- Bariloche


ORIENTE - Técnica acuarela



Autora: Norma Dus - Bariloche






Estimados amigos, si quieren comunicarse conmigo, por libros o acuarelas, no duden en escribirme a norma.dus@gmail.com,  por wahsapp a 154507972 o por este medio dejando mensaje en www.deluruguay.blogsport.com.  Será un gusto comunicarme con ustedes. Hasta pronto.

Hasta pronto, Norma





ENCUENTRO EN INGENIERO JACOBACCI - 26 Y 27 DE NOVIEMBRE DE 2021


 


Hola estimados escritores, comparto  con uds. los recuerdos del XII Encuentro Regional que se efectuó en Ingeniero Jacobacci, Río Negro, los días 26 y 27 de noviembre de este año.
 

El mismo se llevó a cabo bajo el lema LAS IMPRONTAS DEL HOMBRE Y EL PAISAJE SE REENCUENTRAN EN LA PALABRA PROYECTANDO FUTURO CON PASIÓN

Se efectuaron presentación de libros y muestras pictóricas de Silvia Vilchez de Cipolletti, Sabina Sola y Norma Dus, de San Carlos de Bariloche.







EL RAYO                                                   Este poema pertenece


Buscar                                          al libro BODEGA DESUEÑOS  de mi autoría

una gota en el mar                                                                                       

una playa en el desierto,  

filtrar

el sol en la tormenta,                                                                  

ver                                                                                                     

la piedra dar a luz al jazmín

atrapar

su aroma en un puño,

que el ártico estalle en primaveras

y el niño cante

entre el aullido de la guerra,

es el sueño

cuando las cenizas

no opaquen el vuelo:

desde el fondo de mis huesos

el rayo disipará la sombra.                              

miércoles, 1 de abril de 2020

CORAZÓN ROSA


CORAZÓN ROSA

Joven, apuesto y con proyectos. Andrés había estudiado y obtenido su Licenciatura en Arte Moderno. En ese transcurso conoció a David, unos años mayor que él. Un hombre de ojos verdes y marcados abdominales que deslumbraron a Andrés, en un día de spa. Charlaron compartiendo el sauna, cual dos adonis en las Termas de Caracalla.
La atracción fue mutua e inmediata,  no separándose más en el devenir de las aspiraciones.
Pasados pocos años de convivencia y armonía, nació la idea de completar la familia.
La seguridad de ambos era no hacer una adopción vulgar, fastidiosa en los trámites y lenta en la espera. Además, en la necesidad se imponía el mantener los genes de ambos y acentuar, así, la pertenencia sanguínea.
Andrés tenía una hermana menor, con quien siempre mantuvo una relación entrañable. Ella era su confidente; apoyo emocional en momentos de zozobra.
Aquella mañana, Andrés sirvió el desayuno a David y le desarrolló la propuesta. Hablaría con su hermana contándole el sueño de familia que ya cubría todos los espacios de sus vidas. Y el deseo irrenunciable de conservar la identidad biológica de ambos. Para lograrlo, ella debería cooperar con la donación de sus óvulos para ser fecundados por David, mediante inseminación in vitro.
David escuchó, callado, el planteo que haría Andrés a su hermana y viendo que era totalmente viable, le dio su aceptación. Incluso, le propuso estar presente en ese momento, idea que Andrés rechazó por respeto a la intimidad femenina.
La sorpresa de la joven no tenía límites. La espontánea negación cortó el diálogo en forma tan drástica como pudo con Andrés, quien intentaba calmar a su hermana, rogándole que terminara de escuchar la proposición.
Ese día la charla quedó trunca. Pero la idea no permitió ser combatida.
En una tarde venidera, Andrés decidió esperar a su hermana a la salida del Profesorado e invitándola a tomar un helado, merienda preferida de la estudiante, abordó de nuevo el tema.
Si bien ella estaba más tranquila, le era dificultoso entender, por primera vez, a su hermano. La sola idea de un embarazo la perturbaba hasta la histeria. Y la imagen de una relación consentida con su cuñado la ponía fuera de sí. Todo le parecía tan irracional como descabellado. Pero Andrés continuó: ─Vos no tendrías ningún trastorno ya que la fecundación, te recuerdo, sería in vitro─. Y le volvió a repetir el procedimiento. Así ellos se garantizarían  la descendencia genética.
La muchacha ya se sentía absolutamente involucrada. Las dudas, miedos e inseguridad carcomían sus uñas como la segadora al trigo en cosecha.
No habían pasado muchos días, que Andrés recibió a su hermana desesperada por una duda:
─ ¿Y quién llevaría adelante el embarazo?
─No te preocupes, con David hemos estado averiguando la posibilidad de alquilar un vientre. Ya tenemos los datos necesarios y la tramitación no sería una complicación porque existiría un acuerdo entre la mujer voluntaria y una institución dedicada a estos asuntos. Todo es privado y confidencial. Ella no sabrá jamás de quién fue el óvulo y quién será el padre de ese niño. La clínica se encargaría de toda la legalidad y los controles médicos obligatorios.
La decisión no era fácil pero sí posible.
El transcurso del resto del año apaciguó los ánimos y aclaró las ideas. Para esa Navidad se dio la gran noticia: David y Andrés serían padres. El Año Nuevo traería la consolidación de la familia, por adopción.
Todo se realizó como el programa lo determinaba. En el mes de setiembre la primavera florecería de verdad: el niño sería recibido con los honores de príncipe heredero. La habitación ya estaría decorada de verde agua y amarillo suave, y el nombre en la puerta, tendría dos corazones: de acuerdo al advenimiento, se quedaría el rosa con la inscripción: MAGDALENA, o el celeste con la palabra: MATEO.
El 27 de setiembre debería producirse el nacimiento. La parturienta no se presentó en la clínica, a pesar de los permanentes contactos que se realizaban entre la secretaria del médico, los futuros padres y la servicial colaboradora.
La incertidumbre corría por los pasillos y los celulares no tenían respuesta.
Pasaron tres días. Se realizaron las averiguaciones y comprobaciones imperativas. Y al final llegó la denuncia correspondiente.
Nada se logró.
La madre temporaria era extranjera, y se pudo constatar que había cruzado la frontera. En el hospital de la ciudad limítrofe, del país vecino, había nacido una niña, y su progenitora la había anotado como hija de madre soltera y padre desconocido.

 

A LA HORA DE LA VERDAD - Continuación de CORAZÓN ROSA


A LA HORA DE LA VERDAD

En el último y frío invierno, la casa se había hecho grande y desolada. Calentar los ambientes era un trabajo rutinario para Matilde. Descorrer las cortinas para que el sol ayudara a entibiar su vida ya no la entusiasmaba. Debía efectuar un cambio para la próxima estación.
Seguía sus horas distrayéndose con los solitarios que jugaba en la notebook. Y de vez en cuando venía el matrimonio vecino, Andrés y David, a compartir el almuerzo.
Ella y sus dos amigos desfrutaban de la charla, y el cafecito de sobremesa siempre era testigo de confesiones. Las experiencias mutuas, tan distintas como sorprendentes,  creaban un cálido ambiente.
Ese mediodía, Matilde debatió con sus comensales la necesidad de incorporar a su hogar otra persona. Una señora de menor edad que ella, que tuviera buena disposición para el trabajo doméstico y la atención suficiente como dama de compañía.
Era sabido que sus intentos de formar una familia habían sido un fracaso, y que por último prefirió seguir con su computadora en el juego de Reyes y Reinas donde se distraía en la contienda cibernética. Aunque no dejaba de repetirse “qué lindo es que alguien te piense…”
Andrés y David escucharon con interés la necesidad de su amiga, a la vez que agregaban coincidencias de ideas. Tratando de ayudarla, en días siguientes le alcanzaron algunas direcciones de agencias de empleo para personal doméstico. Le sugirieron que era lo más conveniente para su seguridad, y por las experiencias personales que les habían servido de garantía para tener a quien se encargaba de su departamento, con total confianza.
Habiendo acomodado la dependencia correspondiente, Matilde resolvió llamar a la oficina más cercana a su domicilio. Por teléfono le informaron que disponían de una joven que cumpliría con todos los requisitos solicitados. Acordaron día y hora para la entrevista. Se conocerían en la administración y si todo respondía a sus requerimientos, inmediatamente se redactaría el contrato y se firmaría la incorporación.      
El miércoles a las 17:00 h Matilde estaba en la cita.
Zunilda se había puesto un vestido sencillo y estrenaba sandalias. El día ameritaba llevar ropa cómoda; el calor era agobiante. Y había recogido su cabello con una cinta elástica.
─Mucho gusto señora, soy Zunilda Ayala Ríos.
Matilde hizo las preguntas de rigor y todo era acorde a sus pretensiones. Las respuestas fueron claras a pesar del uso de modismos paraguayos que delataban el origen de la muchacha.
Después de algunas otras entrevistas Matilde decidió elegir a Zunilda, quien cumplía con sus exigencias. Confirmándole por celular pidió que se presentara ese día por la tarde.
La reorganización doméstica no tuvo inconvenientes, y la dueña de casa comenzó a disfrutar de la ayuda y de la compañía.
Sus amigos estaban muy de acuerdo con la elección realizada, y observaban un enorme cambio y muy positivo en el ánimo de Matilde. Tampoco se les pasó por alto el acento de Zunilda, para quien no le faltaban las bromas de parte de David y Andrés, mientras compartían un mate con algunas tortas fritas.
Habían pasado algunos meses, cuando David fue sobresaltado en una noche de malestares y mal-sueños, con los terrores de una pesadilla. Había vuelto a su mente aquella lejana y dolorosa experiencia de intento de adopción. Despertó a Andrés y sollozando desconsolado le contó lo soñado. Ambos quedaron mudos. La noche parecía acrecentar las emociones.
Buscaron los papeles archivados y en los informes policiales y aduaneros volvieron a leer que la embaucadora mujer, cuyo vientre habían alquilado, había cruzado la frontera paraguaya. Se acentuó el silencio y la angustia carcomía los espacios y los corazones. El miedo inmovilizó a la pareja hasta el amanecer.
Esa mañana, no dudaron en ir a ver al gerente de la agencia de contrataciones. El tema no era fácil de explicar, pero los dos estaban dispuestos a aclarar el nacimiento de Zunilda. El gerente, después de ciertos remilgos, desconfianza y vacilación, accedió a otorgarles algunos datos de la empleada ofrecida. Pero en la ficha de registro, en parte no coincidían con los que ellos deseaban cotejar. Desilusionados, le agradecieron la gentileza al hombre y pidiéndole discreción y hermetismo sobre lo conversado, lo saludaron y se retiraron.
Las imágenes del sueño seguían en la mente de David, y la duda no murió allí.
Aprovechando una salida de Matilde, para la clase de yoga, Andrés y David visitaron a Zunilda. Esta vez, acompañados de tereré(*) y chipá(*) conversaron con la doméstica, logrando, con diplomacia, que les narrara la historia de su nacimiento y niñez. Poco concordaba con las anotaciones que ellos poseían. Aunque llevaba el apellido de la madre y el de una abuela, por el abandono paterno, era su convencimiento.
La incógnita persistía.
Decidieron contarle a Matilde. Ella no podía sobreponerse al desconcierto y al estupor. Sería demasiada casualidad, no podría creer que el destino les hubiera trazado tan inaudito camino. Rehicieron la trayectoria histórica y los tres llegaron a la misma conclusión. Solo quedaba una posibilidad: efectuarse David y Zunilda el análisis de ADN.   
   Se pusieron de acuerdo en cómo le propondrían a Zunilda realizarse el estudio. Para esto la pareja y su amiga le explicarían a la muchacha punto a punto las razones que los llevaban a efectuar tal pedido. La necesidad que nunca habían dejado olvidada de formar su propia familia, la forma en que se programó el embarazo, y la insospechada huída de la mujer voluntaria que había acordado el alquiler de su vientre.
Por los pocos testimonios de ella que coincidían con todo lo ocurrido, como la fecha de su nacimiento, la versión de la desaparición del padre y el cruce de frontera de su madre para la misma época, les devolvía a ellos la esperanza de lograr su objetivo: encontrar a esa hija que se hubiera llamado Magdalena.
Zunilda quedó atónita al escuchar semejante narración. Temblaba y su respiración era agitada. Sólo reaccionó diciendo que lo pensaría, porque todo le resultaba muy confuso. Cuando pudiera calmarse y analizar todo con tranquilidad, volvería a hablar con ellos.
Mientras pasó algunas noches en desvelo, tratando de hilvanar sus días de niñez, en recuerdos de hambre y abandono, llamó a su madre y le narró los momentos que estaba viviendo.
La madre sufrió una inesperada sorpresa y con la mayor dulzura que pudo poner a sus palabras, le prohibió en forma rotunda hacer caso a esas personas. Jamás debía exponerse a los estudios pedidos ya que su padre, como ella le juró, las había abandonado, nunca supo de su paradero y ahora nadie tenía ningún derecho a meterse en sus vidas. Agregando que con seguridad habría alguna terrible confusión en el proceder de esa pareja de maricas. Además, le señaló con energía que si no dejaban de molestarla con problemas ajenos, debería volver a su pueblo y buscar trabajo fuera de las grandes ciudades, donde solo engañan y se aprovechan de los necesitados.
El cerebro de la humilde muchachita tenía enormes dificultades para poner en orden sus ideas. Estaba asustada y se sentía sola. Se había evaporado la alegría con que llegó a la casa de Matilde. De pronto necesitó estar muy cerca de su madre.
Zunilda Magdalena dejó pasar unas semanas y tomó la determinación. Avisó a su patrona que no se haría ese análisis pedido por sus amigos y volvería al Paraguay, donde había nacido. Su madre la necesitaba.
Cuando llegó, sólo preguntó: “Sy-mi(*), ¿por qué usted me puso, también, Magdalena que nunca lo usamos?”.

(*)
Tereré: mate de yerba con agua fría o jugo de fruta, tomado en Paraguay.
Chipá: pequeño pan de queso, típico de Paraguay.  
Sy-mi: “mamita” / “mami” en guaraní, usado familiarmente en Paraguay.